jueves, 26 de marzo de 2009

La primera vez

Allá lejos y hace tiempo, precisamente en la pequeña ciudad del sur donde crecí, los pseudo-adolescentes no teníamos las facilidades que tienen hoy los jóvenes al momento del garche.

No existían los telos, o por lo menos no había ninguno en el pueblo, de los tres hoteles mediopelo, dos estaban atendidos por amigos de mis viejos y para pernoctar en el tercero primero tenias que cagarte a trompadas con las cucas y las ratas, para terminar garchando sobre sus cadáveres (no encontré candidatas dispuestas a esto último).

Sin embargo, el intelecto juvenil nutrido por litros y litros de hormonas no dejaba pasar oportunidad para ponerla y mucho menos una como esta:

MamádeWord – La semana que viene la abuela se va unos días a Mendoza. No la querés acompañar así no va sola?
Yo – No puedo, el sábado jugamos en Neuquén la semifinal del patagónico…Si querés le voy a regar las plantas…?
MamádeWord – Si, seguro! Yo ya se que “planta” querés regar vos! – interrumpió.

Con mis escasos 14 recién cumplidos, virgen y puro (y con apuro), no pensaba dejar pasar esta, no me podía dormir, algo tenía que hacer.

Maquiné durante días, planifiqué, hice diagramas, saque cuentas, pedí consejos y creo que hasta recé algo por las noches. Con ella, también casta, ya lo habíamos hablado y solamente faltaba el empujoncito final y un lugar cómodo como para descubrirnos tranquilos y sin distracciones.

Plan perfecto. Terminamos de almorzar y mientras mi vieja lavaba los platos le saqué las llaves de la casa de mi abuela de la cartera.

Agarré la bici y partí raudo a mi destino amatorio, no sin antes pasar por el kiosco a comprar forros (me acuerdo que eran “Gentleman” no los vi nunca mas…eran groseramente gruesos).

No me costo demasiado convencerla para que me acompañe a “regar las plantas”. Fuimos caminando tranquilos, la casa de mi abuela no quedaba muy lejos, pero me sirvió como para precalentar la situación. Llegamos y nos fuimos de una para la habitación.

Y si… En la cama de mi abuela no sacamos todas nuestras dudas. Juro que recuerdo todo, desde el color de su ropa interior hasta el olor de su piel (hacen falta detalles?).

Dicen por ahí que es mejor que alguno de los dos ya tenga experiencia, sobretodo para relajar un poco la situación. En nuestro caso no hizo falta, nada salió mal. Teníamos el tiempo, las ganas y la inspiración suficientes como para tranquilizarnos mutuamente mientras cada uno se sorprendía con cada caricia.

Terminamos, hablamos y arrancamos otra vez.

Fue justo allí, en medio del segundo, cuando pasó. Timbrazo, de esos largos que se hacen cuando sabes que hay alguien adentro.

Salté de la cama y antes de tocar el piso con los pies ya estaba nuevamente vestido. Ella igual.

No sabia que hacer, los nervios no me dejaban pensar claramente. El timbre continuaba sonando.

Cuando entramos a la casa yo había puesto el pasador de la puerta de calle y cerrado con llave. Me asomé al living vi que la puerta estaba abierta sostenida solamente por la cadenita del pasador.

Me acerque despacito, ella detrás de mí. Miré por la mirilla y allí estaba mi tío, me tranquilicé un poco ya que él es de esos tíos “piola”, sabia que si le explicaba la situación seguramente entendería, pero no estaba solo, paradita detrás de él estaba mi vieja. Laputaqueloparió, mequieromatar, laconchadelalora…

Mi vieja había ido a limpiar o a hacer no se que cosa y se dio cuenta que no tenía la llave, por lo que llamó a mi tío que tenia una copia con la que ya había abierto la puerta.

Abrí la puerta y empecé a mentir.

Yo – Hola, este…vine porque…este… - no sabia que carajo decir, ella muda.

Justo en ese momento, agarrando a mi vieja por los hombros para que no me cagara a trompadas (yo le sacaba una cabeza y media a mí viaja, pero estoy seguro que si la soltaba me reventaba) mi tío dijo:

TíoPiola – Decime lo que quieras, pero por lo menos átense los cordones PELOTUDO!

En el apuro ninguno de los dos nos avivamos de atarnos las zapatillas.

Hoy todo esto es una anécdota que estoy obligado a relatar con lujos de detalle en toda reunión familiar.

Mi vieja nunca se ríe cuando la cuento…y mi abuela tampoco.

Vivan!

7 comentarios:

La solitaria dijo...

Jajá es un clasico! Siempre, pero siempre te descubren. No tengo dudas que en tu caso fue un garrón, pero la dama en cuestión la debe haber pasado muuuuuchooo peor, eso seguro.

Word dijo...

La dama en cuestión continúa yendo a comer a la casa de mis viejos, es mas, labura como secretaria de mi vieja en la oficina. (Si, lees bien!)

Eso si, en su momento, creo que pasó un año sin mirar a mi vieja a la cara!! Jajaja!!

Sr Cincuentón dijo...

Bueno, más allá de la sorpresa posterior, como "primera vez" fué de lo más exitosa

Word dijo...

Seguro que si!! Creo que mejor no podía ser

Lo que siempre me pregunté es que hubiese pasado si no ponía el pasador de la puerta y me enganchaban “in fragantti”…

La solitaria dijo...

Una genia la muchacha!!!! Mis respetos, se los merece! jajá

Psicoloca dijo...

Jajajaja. Increible!
Como me hiciste acordar de mi temprana adolescencia... y algunas secuencias similares.
Sos groso

Word dijo...

Psico, si por esa época hubiese invertido un 10% del tiempo y las energías que le dedicaba a improvisar lugares para garchar hoy sería físico nuclear!!

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