martes, 14 de abril de 2009

Macchiavello tenía razón

“El fin justifica los medios...” - no creo que este hombre tenga razón - pensó Leo, y siguió leyendo recostado en su sillón. “...los hombres nunca hacen nada bueno, a menos que la necesidad les conduzca a ello...”. Totalmente sumido en su lectura, Leo no noto que su padre había llegado de la calle. Se le notaba alcoholizado, de mal humor. Leonardo hizo como si el hombre no existiera y siguió leyendo, “... Debéis, pues, saber que existen dos formas de combatir; la una con las leyes, la otra con la fuerza...”. Esta vez el grito del padre enfurecido lo distrajo de su lectura por completo. Leo lo observo muy serio, mientras el padre le recriminaba con alaridos que era un vago, y que lo único que hacía era leer y escribir estupideces.

Leo hizo como si nunca lo hubiese escuchado y siguió con su lectura, “...La primera es propia del hombre, la segunda es de las bestias,...”. Esta reacción molesto aun más su padre, el cual ya al borde de la violencia, comenzó a lanzarle bramidos de odio, y mientras le espetaba con un asqueroso aliento etílico, que se dedicase a algún trabajo de hombre y que la poesía era cosa de “mariquitas”, el joven interrumpió nuevamente su lectura. Colocó el libro sobre su regazo, y con extremada calma le dijo al padre que lo dejara leer en paz, y que como a él le gustaba ir a emborracharse con sus amigos, el disfrutaba de la literatura. Después expuso su mejor sonrisa y siguió leyendo con toda calma; “...pero como la primera muchas veces no basta, conviene recurrir a la segunda...”.

El padre ya totalmente colérico por la respuesta que le había dado Leo, en un arranque de ira, le dio un manotazo al libro, que voló por los aires, rebotó contra una pared y fue a dar al suelo, y se fue mascullando entre dientes que su hijo era un maricón que no servia absolutamente para nada. Leonardo observo calmado como se alejaba, y luego lo siguió hasta la cocina.
Cuando entro, su padre estaba sentado frente a la mesa tomando un vaso de vino. Entonces se acerco a la mesada, lentamente abrió un cajón, y ante la mirada sorprendida de su padre, saco un enorme cuchillo y rápidamente se lo clavo en el cuello.

Leo se retiro de la cocina tan tranquilo como había entrado, mientras la sangre manaba a borbotones del cuello de su ahora difunto progenitor. Tomo el ejemplar de “El príncipe” que estaba tirado en el suelo, y siguió pacifico con su lectura;
“... Por tanto, un príncipe debe saber entonces comportarse como bestia y como hombre...”. El joven detuvo su lectura, esta vez sin que nadie lo interrumpa, y reflexiono para si que debía reconocer su error, y que al final Macchiavello tenía razón.

Si… estaba completamente acertado en eso de que “el fin justifica los medios”.

3 comentarios:

La solitaria dijo...

Chan! Fuerte el post, muy fuerte...

Anónimo dijo...

Esperaba otro final...

El libro es más que una simple frase... Muyy bueno.

Word dijo...

Este fue un post enojado y lo peor es que no se porque...

El libro es muy bueno, pero la idea no es rescatar solo la frase, es mas, sin el parrafo completo a mi presonalmente la frase no me dice nada.

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